martes, 26 de agosto de 2014

El señor de los cielos de visita en el sur

El zapping nocturno me condujo a una producción muy peculiar, quizá hasta trillada, pero me llamó la atención la trama. Es una serie que se llama el Señor de los Cielos, la pasan por el canal 9 de Argentina. Me parece que es una producción de Telemundo.

Se trata de un capo que busca apropiarse de un territorio: Guadalajara, Jalisco.
Ayudado de la alcadesa (emanada de un partidillo ahí tricolor) que recién ganó las elecciones y de la que se acusa que obtuvo fondos del narco para su campaña. (No sé a que me recuerda...)

El capo, que ahora mismo se mantiene en la cárcel, se alía a una colombiana que es dueña de un 'teibol'. Un humilde negocio que mantiene abierto gracias a los permisos y omisiones de la autoridad municipal. (Ese dato lo dieron en la serie).

Todo el guión está cargado de un lenguaje naturalmente violento (lo quebré, lo maté, lo chingué...) -a grandes rasgos- sin contar las menciones sobre las bondades para el negocio del narco que tiene Guadalajara; la red de lavado que se monta en España y Estados Unidos y la liga de los agentes de investigación gringos en la cadena económica del narcotráfico.

La serie o telenovela habla de una ficción que está tan bien hecha que parece la realidad. ¿Será que nuestra realidad  (mexicana) es una ficción? No, definitivamente no lo creo. Veintitantos mil desaparecidos en cuatro años no son ficción.
Lo que sí creo es que al hacer de la realidad una ficción niegan a la audiencia la posibilidad de intervenir. Tanto en la ficción como en la realidad. Nos convertimos en homovidens como diría Sartori. El ejercicio de la comunicación se da solo de ida y nunca de vuelta.

Me pareció un producto del hiperrealismo en donde buscan que la audiencia se vea reflejada en la televisión y no sienta extrañamiento, sino orgullo. Orgullo de sentirse representando en un encuadre de la realidad completamente deshumanizado pero que entretiene y hasta hace reír.

Y ya si me pongo más mamerta pienso que extraño más el discurso patriarcal de guiones como maría la del barrio o rosa salvaje que a todas las niñas nos hacían soñar con ser bellas, ricas y esposas de un patrón...ok no es cierto.

Total, la televisión es un asco. Es un dispositivo que reproduce racionalidades cuya única razón está en el control social.  ¡Evítela! (o préndala y siéntase una inadaptada y haga textitos de indignación para sus amiguitos a ver si así logran conversar de algo).

Ahora, ver producciones así en Argentina me causa doble irritación. El tema del narco lo ven con tanto simplismo que casi por pasar la serie juran que están igual que en México.   "La mexicanización de La Argentina", se escuchaba hace unos meses por acá...y no, no somos iguales, nunca lo seremos.

Cecilia González, periodista mexicana señala que si bien los países no son comparables "existen condiciones muy propias de este territorio para que florezca el negocio", no por nada el verdadero Señor de los Cielos estuvo en Buenos Aires antes de su muerte tratando de establecerse por acá, relata en su libro NarcoSur (Marea, 2013), que recomiendo muchísimo.

El final del Señor de los Cielos (el real) ya lo conocemos o suponemos conocerlo, murió en la plancha de un quirófano a la hora de hacerse una cirugía plástica y fue llevado a Guanajuato junto con otras momias -eso no es cierto, pero cabría perfectamente en la narrativa-. Todos guardamos en el corazón su digna imagen exhibida en televisión.