martes, 4 de noviembre de 2014

Pactos y ceguera, no hay pueblo...


 Es la tercera vez que leo un texto de Furet sobre la idea de pueblo en la Revolución Francesa y lo que vemos en México es la antítesis, la cúpula mexicana no encarna al pueblo ni siquiera en discurso. ¿Será posible que por fin le hagamos justicia a la revolución?

Para el proyecto de Peña Nieto no hay ciudadanía por que no hay pueblo. El relato de su gobierno además de un refrito de los noventas; se parece más a una novela (mal) televisada en donde el enemigo no es nombrado para que no exista. 

Por eso se responde 11 días después de una masacre. Por eso debe pasar más de un mes para que el presidente se reúna con las víctimas. Por eso se recurre al pacto en abstracto para que desde allá se acomoden las cosas.

En el mundo del neopriista no cabe la idea de pueblo, solo existen los empresarios, los medios, los partidos, los inversionistas, los chinos, los ingleses y a veces los pobres, los que alcanza a ver desde su pantalla y le gritan "¡Pe-ña, Pe-ña!".

Por que en el imaginario del señor Peña Nieto no hay más poder simbólico que aquello que se transmite por televisión, y que van desde pactos que esconden vacíos, súbitas aprehensiones, caretas de indignación pintadas con canitas de apuro, corbatas de marca y camisas remangadas estilo Osorio Chong. Nada que hasta ahora no conozcamos.

El problema para los protagonistas de esas historias, es que eso que ellos catalogan de "fantasmas" son en realidad personas con una historia, con un reclamo, con una razón,  con derechos: son ciudadanos. Y aunque desde el poder se les niega, están logrando  transformar el rumbo de la historia.

Por eso, señor Peña Nieto no hace falta tanto melodrama para darnos cuenta de que -afortunadamente- no tiene control del país.  Déjenos a nosotros el pueblo, arreglar nuestros problemas, refundar nuestro pacto social y replantearnos con otras categorías -lejos de lo bueno o malo- eso que queremos para nuestro territorio, ese que usted terminó de desmantelar.  

Y si todavía le reclamamos a usted por la aparición con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa o la reparación a las familias de los 30 mil desparecidos o los 100 mil asesinados por la guerra del Narco, es por que usted decidió empeñar seis años de su vida para ser presidente de México y mientras siga en la silla tiene la responsabilidad de responder al reclamo de la gente, de eso se trata el juego democrático por si no lo sabía.

Ojalá les pase ese memorándum a los prestigiados columnistas de los diarios de México que siguen perpetuando el discurso nefasto del "sentido común" y del "algo habrán hecho" con información de "fuentes" no identificadas.

Pero tranquilo, su paso a la historia está próxima... ¿La ve?
Lo siento, todavía no hay programas de televisión, pero lo invito a leer / Crisis in Mexico: Could Forty-Three Missing Students Spark a Revolution? / perdón, aquí el texto traducido. 

Y bueno por ahora no hay mucho que pedirle, siga ofreciendo mensajes “a los medios” de 8 minutos, visitas al extranjero en aviones yetseteros, reformas a modo de los capitales, ausencias públicas cargadas de miedo, pactos publicitarios, fotos de familia de revista, todo, todo se agradece de este lado. 

De verdad es una lástima que usted no vea al pueblo, que omita a la ciudadanía, que se resista a la gente, que no sea parte de la sociedad. Se pierde usted la experiencia única de vivir la libertad, que es claro que no la conoce por que constantemente la reprime. 

Déjeme decirle que la libertad no es como en la tele la pintan. No es rosa (pregúntele a su esposa, sabrá explicarle) tampoco es negra como la piensa su gabinete, sus policías y sus diputados.
La libertad es más bien un prisma que enfoca la realidad con muchos colores que permite, a quien los ve, asumir nuevas formas de vivir en sociedad. Y bueno, es una lastima, pero también es una alegría su ceguera.


viernes, 31 de octubre de 2014

Llamado a la solidaridad


La Catrina también protesta #TodosSomosAyotzinapa




Una brasileña vestida de Catrina protesta en Buenos Aires exigiendo un alto a la violencia en México, la foto dio vuelta al mundo. Fue hermoso el día en el que muchos recuperamos la voz.

La invitación a manifestarnos de la mano de las Madres de la Plaza de Mayo la recibimos de la Asamblea de Mexicanos en Argentina. No era cosa menor y decidimos hacer nuestro esfuerzo.
Necesitábamos manos, muchas manos para armar un vestuario, muchos ánimos para hacer un panfleto (el primero en mi vida), muchos brazos para grabar y consignar la imagen de una catrina brasileña-mexicana paseándose por los pasillos del subte (metro) de la capital Argentina. 

...

Una calaca en silencio suspendida en el ruido del cotidiano bonaerense. Nadie sabe que hace ahí. La catrina se desplaza entre los asientos del transporte, se sienta entre dos mujeres que deciden inmediatamente voltear la cara. Rostros fríos, distantes. (seguramente así me veo cada vez que subo al metro).

Se vuelve necesario abrir la boca, alzar el grito y competirle al ruido del tren con la voz, la que nunca tuve. Curioso cómo siendo periodista la voz propia a veces se pierda.

 “No estamos aquí para pedirles dinero”. -¿Chingado, no pude empezar por otra cosa? “Pedimos su solidaridad. Somos estudiantes mexicanos, vivimos en Buenos Aires y queremos que ustedes se enteren lo que está pasando en nuestro país”.

El mensaje escrito solo lo reciben unos cuantos “El estado Mexicano comete crímenes de Lesa humanidad, ¿Qué pasó en Ayotzinapa? (…)”

No aguanto, me quiebro, mi cuerpo tiembla de manera incontrolable, no es pánico escénico (10 años hice teatro) sé que es un poder que me crece dentro pero no sé a dónde me lleva. Sigo. “En nuestro país ser estudiante es motivo de muerte, se cometen crímenes atroces, no queremos ser una cifras más”. Una señora empieza a aplaudir, la acompañan otros pocos. “Nosotros también vivimos una dictadura”, nos dice. El tren para en Tribunales, salimos airosos pero el temblor de mi piel no para.

Retomar la voz y no quebrarse -me digo-. En el segundo vagón lo logro. Cantinfleo, -es normal supongo- el grito por la dignidad es un proceso lento, se necesita práctica, se necesita tiempo. Y tiempo es lo que los mexicanos hemos perdido sumergidos en una vorágine de violencia y que por años hemos normalizado.

...

Estación Catedral. Ya fuera del tren aparece en pleno centro de Buenos Aires La Catrina exigiendo justicia. Ahora sí la gente se para, la mira “Hermano Argentino, en nuestro país nos están matando” se lee en su pancarta. No hay persona que sobre la banqueta que no la vea. 

Viene lo mejor, el encuentro con las madres. Son pequeñitas pero extremadamente fuertes. Los años de lucha en su cuerpo no las paran. Cada jueves dan vueltas alrededor de la pirámide de mayo frente a la Casa Rosada exigiendo justicia por sus hijos desparecidos en la ultima dictadura (1976-1983). Ayer nos acompañaron y nos enseñaron, con una dignidad asombrosa, cómo gritar sin miedo.
 “Repudiamos la masacre, la gran represión a los estudiantes en México y expresamos toda nuestra solidaridad. ¡Nunca más desaparecidos!", dijo Nora Cortiñas, dirigente de Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora.



Luego se pronunciaron los nombres de cada uno de los estudiantes. “¡Presente! Siempre presentes, hasta la victoria, siempre”, respondimos absolutamente emocionados. Algunos  llantos bajitos pero sinceros.

Más lejos de México no podríamos estar, -quizá si, pero no es el punto-  ayer nos sentimos cerca de nuestro origen.
Ayer cupo en mí el “nosotros”. Con nuestras diferencias, con nuestras limitaciones. Un nosotros sin fronteras. Una brasileña alentando a argentinos a voltear a ver a ese hermano mayor que por años fue México para latinomaérica y que hoy está desaparecido.



Sin duda una de las experiencias más fuertes que he vivido acá en Argentina. Gracias a todos los que colaboraron en esto.

martes, 26 de agosto de 2014

El señor de los cielos de visita en el sur

El zapping nocturno me condujo a una producción muy peculiar, quizá hasta trillada, pero me llamó la atención la trama. Es una serie que se llama el Señor de los Cielos, la pasan por el canal 9 de Argentina. Me parece que es una producción de Telemundo.

Se trata de un capo que busca apropiarse de un territorio: Guadalajara, Jalisco.
Ayudado de la alcadesa (emanada de un partidillo ahí tricolor) que recién ganó las elecciones y de la que se acusa que obtuvo fondos del narco para su campaña. (No sé a que me recuerda...)

El capo, que ahora mismo se mantiene en la cárcel, se alía a una colombiana que es dueña de un 'teibol'. Un humilde negocio que mantiene abierto gracias a los permisos y omisiones de la autoridad municipal. (Ese dato lo dieron en la serie).

Todo el guión está cargado de un lenguaje naturalmente violento (lo quebré, lo maté, lo chingué...) -a grandes rasgos- sin contar las menciones sobre las bondades para el negocio del narco que tiene Guadalajara; la red de lavado que se monta en España y Estados Unidos y la liga de los agentes de investigación gringos en la cadena económica del narcotráfico.

La serie o telenovela habla de una ficción que está tan bien hecha que parece la realidad. ¿Será que nuestra realidad  (mexicana) es una ficción? No, definitivamente no lo creo. Veintitantos mil desaparecidos en cuatro años no son ficción.
Lo que sí creo es que al hacer de la realidad una ficción niegan a la audiencia la posibilidad de intervenir. Tanto en la ficción como en la realidad. Nos convertimos en homovidens como diría Sartori. El ejercicio de la comunicación se da solo de ida y nunca de vuelta.

Me pareció un producto del hiperrealismo en donde buscan que la audiencia se vea reflejada en la televisión y no sienta extrañamiento, sino orgullo. Orgullo de sentirse representando en un encuadre de la realidad completamente deshumanizado pero que entretiene y hasta hace reír.

Y ya si me pongo más mamerta pienso que extraño más el discurso patriarcal de guiones como maría la del barrio o rosa salvaje que a todas las niñas nos hacían soñar con ser bellas, ricas y esposas de un patrón...ok no es cierto.

Total, la televisión es un asco. Es un dispositivo que reproduce racionalidades cuya única razón está en el control social.  ¡Evítela! (o préndala y siéntase una inadaptada y haga textitos de indignación para sus amiguitos a ver si así logran conversar de algo).

Ahora, ver producciones así en Argentina me causa doble irritación. El tema del narco lo ven con tanto simplismo que casi por pasar la serie juran que están igual que en México.   "La mexicanización de La Argentina", se escuchaba hace unos meses por acá...y no, no somos iguales, nunca lo seremos.

Cecilia González, periodista mexicana señala que si bien los países no son comparables "existen condiciones muy propias de este territorio para que florezca el negocio", no por nada el verdadero Señor de los Cielos estuvo en Buenos Aires antes de su muerte tratando de establecerse por acá, relata en su libro NarcoSur (Marea, 2013), que recomiendo muchísimo.

El final del Señor de los Cielos (el real) ya lo conocemos o suponemos conocerlo, murió en la plancha de un quirófano a la hora de hacerse una cirugía plástica y fue llevado a Guanajuato junto con otras momias -eso no es cierto, pero cabría perfectamente en la narrativa-. Todos guardamos en el corazón su digna imagen exhibida en televisión.




sábado, 26 de enero de 2013

Soñar en Francés

Voici mon secret. Il est très simple: on ne voit bien qu'avec le cœur. 
L'essentiel est invisible pour les yeux.
A. de Saint Exupéry


Desempolvar mi francés es hacer una visita al pasado.

Es volverme a topar con mi primer día de clases en el Franco a mis cinco años. 
Es saber recordar mi primer "est-ce que jeu peut aller au toilettes" y sentirme grande y capaz de todo.

Es revivir cada uno de los hallazgos que tuve dentro de una cultura ajena  y que a lo largo de mi vida me ha acompañado y formado para ser una persona crítica, responsable y terriblemente existencial.

Desempolvar el francés implica volver a pensar en los años difíciles de la primaria y secundaria. Es volver a las consignas de orden y éxito que cada año se repetían en el discurso de mis profesores.

Es volver a sentir temor al fracaso, al la burla de no aprobar un examen, de no ser capaz de vivir en un mundo exigente. Mi mundo entonces se reducía a una escuela fea, con un árbol inmenso, uniforme de poliéster y compañeritos de nombres curiosos.
 Un mundo extranjero sumergido en una ciudad tradicional. Con costumbres encontradas, vacaciones continuas, gustos refinados que nos hacían únicos y raros.

Repensar el francés es volver a sentir el peso de mis decisiones. Saber que el futuro no se limita a unas paredes azules retocadas con pinturas de aceite. Es también reconocer que pese a los años difíciles la identidad se fue formando. Y a mi identidad se unieron grandes seres que a hoy me acompañan.

Revivir el francés es recordar mi precoz capacidad de decisión. Es saber -con inmensa ingenuidad- de qué va el futuro y sentirme capaz de enfrentarlo a los 14 años.

Es volver a viajar a las calles frías y húmedas de Francia con la sensación de que algo bueno me puede ocurrir. Son los largos viajes en tren, con mochila al hombro. Es volver a sentir paz en el silencio. Curiosidad por la vida. Volver a tener la sensación de que estoy llamada a algo.

Retomar el francés es saber que también puedo olvidarlo, empolvarlo, guardarlo en el cajón para cuando la casualidad me vuelva a tocar la puerta. Para cuando una visita llegue; para poner orden a mis pensamientos.

¿Hasta dónde nos puede llevar el lenguaje? 

Pienso que a mí me lleva más allá de los recuerdos. Me aterriza ahí donde están los aprendizajes de un pasado siempre presente. En Frances aprendí que el "je t'aime" no es un cliché, que la vida cobra sentido frente a la muerte y que el destino no siempre está marcado en la frente de todas las personas.

martes, 27 de noviembre de 2012

Aburrirse


aburrir (sinónimos):
  • cansar, hartar, fastidiar, hastiar, empalagar, cargar, molestar, agobiar
    • Antónimos: divertir, entretener, interesar, animar

Me robas el tiempo, dos horas contigo son como 10 minutos. Luego el tiempo vuelve a su normalidad . Me desacelero, me atempero.
No me aburro cuando no te veo. Pero el tiempo corre más lento. Si a eso le agregas que nos vemos poco, pues el tiempo se eterniza y entonces si me aburro. 

Prefiero los tiempos atemporales esos que no existen, esos que quiero inventar contigo.


viernes, 5 de octubre de 2012

Por fin las matemáticas me sirven de algo


Siempre me he considerado mala para las matemáticas. De hecho siempre tuve malas calificaciones en esa materia. El último año de prepa pase apenas con 6, luego de un par de extraordinarios.

Mi poca eficiencia en el tema me orilla de vez en cuando -sobre todo cuando estoy estresada- a soñar toda la noche que hago exámenes de matemáticas y que de pronto Monsieur Chauvet (el profe de dos metros y pelo blanco que tenía en secundaria) se acerca a regañarme que por que no me sé "par ceur" las reglas de las matemáticas . Horrible la escena -sobre todo porque la viví varías veces-.

Dicen que las matemáticas están asociadas a la lógica, y esa premisa me pone de frente dos cuestionamientos: ¿Soy mala por que no tengo lógica y no entiendo de lógica o mi lógica no es la de las matemáticas?

Mi nulo conocimiento de la materia no sólo me hace una torpe para sumar, restar y multiplicar, lo peor es que creó un handicap aparentemente muy necesario para la vida -decían los profesores-…Nada que una calculadora no pueda sanear, refuto.

En mi trabajo, las matemáticas son necesarias pero no únicas, basta saber aplicar la regla de tres, analizar estadísticas y con eso generar argumentos en defensa o en contra de un punto.
Sumar, sumar y sumar transa sobre transa, factura sobre factura para entender que esto no era tan complicado, simplemente es un negocio de nadie.
No entiendo por qué no se me dijo eso en mis años escolares; las matemáticas se vuelven practicas aliadas del periodista, siempre que este quiera invertirle dos dedos de frente a su trabajo.

Lejos de mis escenas de trauma de infancia y el handicap acumulado, yo sola he sabido encontrarle su sabor a las matemáticas y por qué no, a la economía en general.
La experiencia de vivir es ejemplo claro de lo que números -en un conjunto de posibilidades- pueden hacer en una persona cosas positivas o negativas.

 Sobre todo cuando se observa lo que pasa cuando uno suma y resta ideas.

Las ecuaciones de la vida

Hace unos meses desarrollé mi teoría de la economía del miedo, algo así como la economía de las emociones, muy inspirado en el "Egonómics" de Jon Elster.

Según mi observación, el miedo es moneda de cambio para mucha cosas, para ceder ante situaciones, para negarse a otras.
La gente lo sabe (nos lo hicieron aprender desde muy pequeños) todo es dominación… siempre que lo permitas.

El miedo como valor de mercado se sumerge en un mundo capitalista en donde unos ganan y otros pierden. 

En los últimos meses he pasado por una serie de situaciones que me hicieron analizar qué tanto estaba dispuesta a vivir negociando el miedo.

Y es que insisto, hacer cosas con miedo hace que innegablemente el otro gane o que los dos pierdan y eso no me gusta.
Hacer las cosas a cambio de miedo te hace también una persona jodida, tampoco me gusta.

¿Ven? Ésa es la lógica de mercado -así lo entiendo yo pues-, y como tal, siempre habrá alguien dispuesto a ofrecer más o a negarse a más por puro pinche miedo.

En esa lógica existen salidas. Una de ellas me gusta: el boicot al miedo. Así ni yo pierdo ni los demás ganan. ¡Vaya forma de neutralizar las cosas! Pues no es tarea sencilla.

El miedo es un valor clave en las relaciones de las personas, al menos las de mi generación, que ha sido fuertemente marcada por la cultura del miedo, de la incertidumbre…a veces traducida en violencia, más bien una generación que devalúa el respeto.

Pero más allá de boicots, me gusta pensar que al miedo se le puede neutralizar con amor -suena cursi ya sé, pero no está de más pensarlo- siempre que el amor no esté condicionado al miedo, al apego, a la inercia (tampoco es sencillo, pero no imposible).

Ayer me decidí a tomar nuevas rutas frente al miedo y creo que ahora sí Mr. Chauvet estaría orgullosa de mí, por que intento retomar la argumentación (lógica) que tanto insistió que aprendiera.

Las ecuaciones nunca fueron mi fuerte, pero creo que ésta que descubrí en medio de una conversación me da mucho sentido.

¿Qué pasaría si yo multiplico el tiempo con paciencia, le sumo todos los besos y abrazos necesarios, elevo el resultado a la potencia de cero incertidumbre algo así como confianza y resto todo rasgo del pasado?

El resultado: una súper buena chaqueta mental sobre cómo reorientar mi vida personal, y quizá una historia bonita llena de esperanza. Esto último es lo que más anhelo.

Por lo pronto toca ponerla en práctica, sin caer en la tentación de la prueba y el error -pues este juego se basa en el compromiso personal- tampoco se trata de justificar lo inevitable,  simplemente cuando no es, no es y punto. Eso no quita que yo siga pensando en que no me voy a dejar vencer por el miedo.

En lo que genero evidencias de mi nueva tesis, seguiré explorando en mis conocimientos básicos sobre matemáticas, tratando de hurgar en lo que sí conozco, en lo que sí me gusta, aprender a vivir  de una manera más chida, con valores propios y lejos de las lógicas tradicionales sobre qué sí y que no se debe sumar.


domingo, 20 de mayo de 2012

La tregua ronchil


Esta es una roncha curiosita con imagen de huella...
  Si, esto de las alergias ya trastornó mi psiqué.

Desde hace meses que tengo la sensación de que algo a mi alrededor se está moviendo. Bodas, muertes, despedidas, embarazos, distancias...todas se amontonan unas sobre de otras ocasionando en mí una severa preocupación interna. Mi mundo cambia. ¿Pero yo también?
En este discurso personal de que las cosas se están moviendo, me di cuenta que ha habido tremendas compañeras mías, que constantemente me recuerdan que transito por el mundo de lo incierto. Eso sí, encontrado cada vez con más luz, las pistas de que la bondad sigue presente en mi vida.
Confieso que estas compañeras de las que hablo no son las más fieles, ni las más animosas mucho menos tranquilas. En realidad son molestas, quejositas, chiquidadas, me mantienen alerta ante el mínimo adormilamiento de la piel. 
A veces pequeñas, otras veces monstruosas, siempre rojas y picosas. Se llaman ronchas, alergias...cabronas, da igual.
Desde la primera vez que entendí que las marcas que tenía el cuerpo no eran causa del ejercito de mosquitos -que según yo rondaban mi dermis- supe que curarlas no sería cosa sencilla.
Mi piel, esa frontera con el mundo, se ensancha ante el mínimo esfuerzo, tensión, pensamiento triste, como que si algo dentro procesara la vida de manera diferente o se sintiera harta de lo que ve, de lo que siente. 
Sí se lo que pasó en los últimos meses, pero no entraré en detalle. Sólo les diré que mi mente, mi corazón y mis anhelos llegaron al punto de quiebre, como cuando las macetas se rompen y la planta nunca vuelve a ser igual.
Derivada de la revolución interna, mi cuerpo se envolvió en principio de pequeñas manchas rojas, que luego fueron ronchitas y que después se convirtieron tortas ardientes y adictas a la cortizona. Ese maldito medicamento que llegó para jodernos la vida. 
Después de consumirla por tres meses y siete kilos más gorda, tuve la certeza de que la cura no la encontraría ahí. Recurrí a la homeopatía, un sistema lento pero seguro que me tiene por lo menos más cuerda. Luego vinieron los jugos, la programación neurolinguística y hasta el reiky... Si, ya sé, soy una exagerada, pero les reto a sobrevivir una comezón de 24 horas.
En el repaso de la sanación no debe olvidarse el momento de la incredulidad. En los nueve meses de enfermedad por lo menos tres fueron de absoluta irresponsabilidad. No hice nada por que juraba que nada me pasaba. 
Ahora pienso que las ronchas son una prueba en mi vida. A nueve meses de haber concientizado mi condición, creo que si esto hubiera sido un embarazo ya tendría entre mis brazos a un bello ser con cara de ronchita feliz.
Lo cierto es que con las alergias no hay vida más allá de lo que las paredes de mi cuerpo lo permitan.
Y después de tantos meses de comezón irracional, por fin empieza haber tregua entre los habitantes que ocupamos el cuerpo, la mente y el alma de Paloma. La situación sigue siendo complicada, ¿quién dijo que los pactos políticos eran sencillos?
La transacción entre los interesados ha fracasado en varias ocasiones pues la mente sigue obstinada en que tiene la razón y el cuerpo es apenas un bebé en el mundo que reconoce pero aún no controla. 
La voluntad llama a la inteligencia y sólo así mi piel permanece tranquila y a la vez expectante pues el miedo cede ante la efervescencia de querer estar mejor.
Ahora sé que todo está en una cabeza que domina cual dictador a un cuerpo que anhela estar en otro lado. Acompañado, ligero, seguro. 
Todo esto, en la cartelera de mis días. Sin duda este es un momento de redefiniciones.

 Valores, ideas, sueños que todavía conservo siguen en mi mente pero más en mi cuerpo, mi mundo cambia, yo sigo igual pero también diferente.
Y aunque en este momento mi situación de crisis no es tan dolorosa ni tan emocionante yo quiero resignificar mi cotidianidad y decirme abierta a lo que viene; dispuesta a ser más yo, para a mí y para los que comparten conmigo la vida.

viernes, 13 de enero de 2012

Miss Elotes

Si existe un dios, pues que bendiga a los eloteros de esta ciudad, si, hoy decidí que los eloteros merecen el cielo. Hoy comprendí que no hay nada más reconfortante que salir de trabajar y encontrarte a un elotero listo para atender con rapídez al amante del maíz.
Esos eloteros no se ven donde quiera, los de las esquinas de los templos y los que ahora combinan el elote con verduras y huevos cocidos tampoco valen... digo, no le saco a echarme un vasito, pero los buenos buenos, son los eloteros de vocación y no los agremiados a un sindicato.

El de ayer, se llamaba Martín, yo le calculo que tenía más de 70 años, pero sus brazos corriosos contradecían la inercia de sus arrugas. “Cómo le fue de inicio de año?”, me dijo. ¡Maravilloso! Un elotero ocupado de mi bienestar, -bueno, eso creí-. Lo cierto es que para ser elotero se necesitan obviamente frases que atrapen al cliente.

Yo no me resisto al olor dulzón que expiden las enormes ollas, baldes o tinas de aluminio repletas de elotes cocidos. Don Martín lo sabía y por se encargó de presentarme tres ejemplares para mi elección. Del fondo de la tina oxidada sacó un elote, que con la iluminación jodida que tiene esta ciudad, se veía dorado.
“Así con limoncito, sal y poco chile”, le dije, mientras la boca se me hacía agua.

Siempre que muerdo la fragilidad de los granos de un elote, me dan ganas de que la pieza se vaya alargando y así nunca dejar de comer. “¡Caray, este señor se merece el cielo!!”, pensé, y yo que creí que no había nada más jodido en una tarde que ir a una sesión del Instituto Electoral y...Saz, los milagros existen.

Creo que mi conexión con los eloteros viene de antes. Más bien viene de siempre. Mi abuelo paterno, al que nunca conocí fue elotero. No cualquiera, fue elotero en Los Ángeles California y luego en Chicago, de eso hace ya como 40 años.

Mi abuelo, mitigó la distancia y la soledad que cualquier viejo mexicano en Estados Unidos y decidió evadir las leyes gringas optando por vender elotes tiernos en las calles de la ciudad.

Mi papá asegura (y yo le creo) que mi abuelo Miguel no hablaba ni una palabra de inglés y que, a base de pura buena voluntad, buscó protegerse de los pandilleros que a pocas cuadras vivían de la su casa. La solución: regalarles el tesoro mexa... maíz tiernito con mantequilla.
Así, con la complacencia de sus compatriotas que veían en él el recuerdo de lo que no tenían en Estados Unidos, mi abuelo hizo un dinerito extra, luego venía al pueblo con regalos de “Sirs” - que en léxico Samaritense- significa Sears, una tienda departamental gringa.

Cuando como elotes, también recuerdo que era mi única motivación en mi infancia para salir a caminar todas las tardes con mi abuela materna -y dejar a un lado mis bricolajes- era el premio: un vasito chiquito de elotitos.
Vivíamos por Ciudad del Sol y dábamos dos o tres vueltas a la manzana, en el recorrido pasábamos por las esquina del antojito, y mi abuela me decía, “¿qué prefiereres, una paleta de hielo o un elote?”, juro y perjuro que el 95 por ciento de mis respuestas la mazorquita fue la elegida.

Ahora que mi abuela ya no está y que vivo en esos lugares en donde las tienditas, las heladerías y los eloteros son escenarios exóticos, pedir auxilio a un elotero es un acto que me remite a mi historia y me recuerda a los míos y por eso pido al dios del maíz la absolución de los eloteros, ojo sólo los outsiders como mi abuelo Miguel o Don Martín que andan en súper triciclos adecuados con bocina, cargando a los nietos y con sonrisa en la boca, repartiendo a amor -todavía- por 10 pesitos.

lunes, 9 de mayo de 2011

They are all around in LA, paisanos entre el sueño americano y el llamado de la tierra

Aportamos mucho a México, pero sus autoridades no nos toman en cuenta: líder migrante

PALOMA ROBLES (Enviada/Publicado en La Jornada Jalisco 01/05/2011)

“Güi ar ol arraun (we are all around)” dice con orgullo Benjamín Martínez, taxista originario de Cuquío Jalisco; hace más de 25 años que dejó su “rancho”, como él dice, para venirse al gabacho.

“Agarré mi mochila, me ayudaron unos primos que viven allá por Chicago para llegar con gente acá. Yo crucé por Tijuana, ya sabe, pues así nomás de mojado, antes era más sencillo, ahora todos vienen bien madreados, sin dinero, muy lastimados, yu nou, y yo creo que eso los hace ser más agresivos, como que reclaman pues”.

Agrega: “A mi familia me la traje al poco tiempo que llegué acá, mis hijos pues ya estudiaron, yo desde siempre me dediqué a la construcción, dicen que los mexicanos somos buenos para eso, aunque le diré que ya hay mucho oriental, chinos y coreanos, esos vienen con todo. Ya como estoy casi viejo pos me conseguí este trabajo, la llevo a donde quiera, ora sí que no me pierdo”.

Y es que Martínez se perdió mucho tiempo en las drogas, según relata, ahora más que nunca se dice fiel a la guadalupana, la imagen de la Virgen cuelga en el retrovisor, le acompañan San Judas Tadeo y un escapulario. Sueña con volver a México, “la tierrita llama” dice, al tiempo que reconoce que ya no sabría qué hacer a su regreso, “me compré un terreno y tengo una casita, pero pues no es lo mismo, aquí en elei me ha ido bien y no sé, como que no me animo a regresarme pa’atrás”.

Otros mexicanos corren con otra suerte, viven en colonias pudientes, recorren la ciudad en amplios vehículos detallados pulcramente, son empresarios y organizan convivios en sus “yardas” con alberca y meseros, también paisanos.

Es el caso de Mario Cárdenas, originario de Sinaloa y presidente de la mesa directiva de la Confederación de Migrantes Mexicanos que aglutina a una decena de clubes de paisanos que suman alrededor de 70 mil personas.

Cárdenas considera que los más de 22 mil millones de dólares registrados por la Secretaría de Hacienda como remesas deberían colocar al migrante como actor en la toma de decisiones políticas de México.

“Lo que yo considero es que todavía no nos han tomado en cuenta como debería ser, el que no podamos tener acceso al voto o no podamos estar representados es increíble. A mí definitivamente me parece inconcebible que en el lado de México no vean el poder económico que tenemos y por ejemplo aquí como hispanos tratamos de fortalecerlos pero al final de cuentas se toman más ventajas o nos ven más capacidad otras comunidades que nuestro mismo México”.

Cuestiona, “¿cómo puedes hablar de una reforma política, una reforma de Estado si no incluyes al migrante? Es triste que a una comunidad que aporta tanto a su país no se le tome en cuenta”.

El líder migrante destacó que el tema de la inseguridad en México ha alertado a los paisanos que viven en la Unión Americana, por lo que ya trabajan en conjunto con otras confederaciones a fin de hacer un pronunciamiento al respecto.

“El tema nos mueve, yo creo que si algo nos ha identificado es el término nostalgia, que yo creo que llevamos más a México. Yo creo que cuando uno está allá no reconoce ni valora lo que uno tiene, lo bello de nuestro país. La falta de oportunidades y la pérdida de valores dieron oportunidad a que el narcotráfico se instalara y permitió que mucha gente lo mirara como escape a la falta de oportunidades”.

Tal vez inspirado en el concepto de seguridad nacional que Estados Unidos promueve, no se manifestó en contra de la estrategia de combate emprendida por Felipe Calderón, antes bien dijo que es importante que ésta se ocupe también de resolver los temas de fondo como la falta de oportunidades, situación que ha motivado la migración de 12.5 millones de mexicanos que ven en su desplazamiento la puerta al sueño americano siempre aderezado con un toque de folclor.

Pero de vuelta al taxi, la seguridad nacional en los ojos de Martínez es un tema que también lo exalta, “Cuquío se puso feo, que dizque esos tales zetas andan ahí, ahora es más difícil para todos (…) ese Calderón lo único que hizo fue ora sí que caldiar (sic) al país, no veo que se vaya a solucionar nada, mejor que los dejen trabajar a los narcos, total, tantos años ya lo hicieron, nomás están matando gente y yo creo que mucha es inocente”.

De Santa Mónica a Downtown el trayecto llega a su fin, la premisa de Martínez se asume como correcta, los mexicanos están en todas partes, saludan detrás de una caja registradora, atienden en el hotel, en el bar, en la farmacia, llevan a los paseantes en taxi, limpian el piso del centro de convenciones y programan el sonido de un evento. They are all around.