lunes, 1 de noviembre de 2010

Tabacholos


Los murales, forma casi única de expresión de chavos marginados

Paloma Robles
Públicado en la Jornada Jalisco 01/11/2010

"Este es mi amigo Arnulfo, yo lo que traté fue de hacerle un mural para él, lo mataron hace un mes. Le pegaron un balazo y le cayó en el pulmón. Le dio un paro y se murió”, responde Juan José de Jesús, del Barrio de la Cantera en la colonia Loma de Tabachines, al preguntarle qué fue lo que le inspiró en dibujar su grafitti que ayer fue sometido a concurso.

En el mural se lee con letra cursiva: “En memoria de aquellos que an [sic] quedado en las calles”. En el primer cuadro aparece la virgen de Guadalupe cargando a un joven, la imagen se asemeja a la escena de La Piedad, obra de mármol realizada por el artista italiano Miguel Ángel a finales del siglo XV que ahora se encuentra en la basílica de San Pedro en el Vaticano.

Juan José de Jesús pertenece al grupo 1NK uno de los tantos crews o bandas de cholos que se asientan en Lomas de Tabachines, una colonia donde el conflicto y la muerte son cosas comunes.

“Aquí está todo bien carajo, mucha riña, no nos quieren aquí y estamos rodeados de todos, viene siendo como tres grupos. Aquí la policía no llega, bueno de vez en cuando se meten pero pues no, pues salen apedreados”, refiere Juan José quien manifiesta que siempre habían “esperado esta oportunidad para demostrar el arte que tiene uno, también representamos (en el mural) los momentos cuando ríes o estás triste, las broncas de pandillas” dice.

Así como Juan José otros ocho grupos hicieron su propio esfuerzo en este primer Torneo de Grafitti que organizó Marisol Montesuit junto con otras alumnas de psicología del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) que tras trabajar algunos semestres en la zona se dieron cuenta que era necesario integrar a los jóvenes y no sólo hacer labores con los adultos como lo habían estado haciendo al conformar comités de barrio.

“Se ve pues sencillo, pero tiene mucha línea, mucho detalle. Decidí hacer un maya, por que casi todos se llevan por aztecas, cholos y todo eso y pues yo decidí hacer algo diferente, según eso es un templo maya, le llaman la tubería aquí y también el pitufo”, señala otro de los participantes al explicar un poco sobre su arte. En la imagen un ícono prehispánico, coloreado en todo blanco con azul pitufo, como él lo llama.

Frente a éste se encuentra otro mural, está mal terminado, es sólo un letrero en el que se lee Demolition boys en alusión al nombre de su grupo, conformado por algunos jóvenes que no rebasan los 18 años.

Se identifican por su vestuario, quizás inspirados en los mejores raperos del momento lucen unas patillas largas y engominadas, llevan aretes con brillantes en su oídos. Son una nueva generación, “nosotros no tiramos barrio ni nada, somos tranquilos, cero drogas y nada”, asegura Jessy James o Jimmy como le dicen. “Pura diversión”, agrega otro de sus compas, todos se ríen.

Alrededor la escena no es muy feliz, carros abandonados, piedras y montañas de tierra que sirven de bancas donde las niñas juegan con muñecas viejas. Señores échandose la caguama bien helada, domingueando.

Los niños miran con fascinación a los adolescentes, unos con ojos morados, otros con los pantalones caídos. Los tatuajes se asoman de sus brazos asoleados, brillosos. En la bolsa no falta el trapito con chemo o cualquier solvente que exista en casa. “Hasta con semillas de naranja se puede loquiar”, reveló uno de ellos.

“Me inspiré en un calendario azteca mexicano que es...” –¿Qué es baboso?– le reclama el Chorros a su compañero que con ojos perdidos responde, “es un azteca devorando una serpiente y un nopal”. Nada que ver una cosa con la otra, pero el dibujo es un híbrido de las dos imágenes. No pueden hablar, se les traba la lengua. Terminan su entrevista enviando “un saludo para aquí, para todo Lomas”.

Hace 12 años que se encarnizó la guerra que originó la división del barrio que por años fue conocido como “El 38” y que tras las pugnas se disgregó en pequeños grupos, unos más aguerridos que otros, pero todos capaces de marcar su territorio a cualquier precio.

Montado en su motocicleta color fucsia, baja como todo un galán Carlos, de los Cobras. Se dedica a hacer tatuajes y perforaciones. Su cara llena de incrustaciones. Con toda autoridad explica que son una familia y que su banda tiene 20 años de conformada.

El mural que pintaron mide más de 5 metros cuadrados, de nuevo, la muerte, los aztecas y la onda prehíspánica se aparece, con ayuda de un aerógrafo los detalles en cada uno de los diseños que hicieron lo hacen impecable, casi un mosaico. Carlos lo sabe y por eso en tono de broma pregunta “¿Qué chícles nos ganamos? ”

Según comentaron sus compañeros, en caso de resultar ganadores pedirán una carne asada con cervezas y así festejar pues a su dicho “no nos hace falta nada”.

El torneo fue bien recibido por los jóvenes, y no tanto por los adultos que expresaron en primer momento su negativa en algunas juntas de colonos, pero que ayer se mostraban sorprendidos y hasta satisfechos, “la verdad sí es arte el que hacen” refirió uno de los vecinos contiguos a un mural de los TBS.

Incluso para algunos el concurso les dio para planear nuevos proyectos, “quiero hacer una virgen de Guadalupe, es la que me llena, la quiero plasmar en esta esquina, hacer así dos ángeles aventándole brillo a la virgen y el mundo abajo de sus pies y letras que digan algo así como ‘reina de México o emperatriz de América’ y pues meterle detallitos como unos ramos de rosas al rededor”, dijo uno de los participantes.

Los resultados se darán a conocer a los participantes la próxima semana. Los grafiteros de la banda VRS, del Barrio de las Juntas en Tlaquepaque, serán los encargados de calificar los murales. Se escrutará la calidad del trabajo entre ella la técnica utilizada y si se apegaron al tema del concurso, Mi barrio, mi banda.

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